La meta del realismo no es la belleza, sino la verdad, y por tanto, el conocimiento de la realidad. Dentro de ese marco, las escenas de trabajadores alcanzan bastante relieve.
El realismo defiende la contemporaneidad frente a la historicidad: existe la absoluta necesidad de ser de su tiempo. Como parte de lo mismo, da gran importancia a la pura coincidencia de que algo suceda, como un encuentro entre amigos, por ejemplo, y que por esa simple cualidad amerita ser representado: no hay temas mejores ni peores, todo es digno de pintura.
Pero a fuerza de insistir en que todo era igual de importante, nada pareció importante; en busca del ahora y ya, se alcanzó la impresión fugitiva del instante.
El realismo pone fin a la pintura concebida como relato figurado; se pierde el sentido narrativo, no se explica nada, porque "la vida misma no se compone de sucesos argumentados".
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viernes, 14 de septiembre de 2012
EL REALISMO...
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